Comentario
Capítulo treinta y uno
De los niños o niñas
Otra abusión. Y es que cuando comían o bevían en presencia de algún niño que estava en la cuna, poníanle un poco en la boca de lo que comían o bevían. Dezían que con esto no le daría hipo cuando comiesse o beviesse.
Capítulo treinta y dos
De las cañas verdes del maíz
Otra abusión. Dezían que el que comía cañas de maíz verdes de noche, que le daría dolor de muelas o de dientes. Y para que esto no aconteciesse, el que comía alguna caña verde de noche, calentávala al fuego.
Capítulo treinta y tres
Del respendar de los maderos
Otra abusión. Dezía que si respendaría o se quebrava algún madero de los del edificio de la casa, era señal que alguno de los de la casa havía de morir o enfermar.
Capítulo treinta y cuatro
Del métlatl
Otra abusión. Dezían que cuando se quebrava la muela de moler, que se llama métlatl, estando moliendo, era señal que la que molía havía de morir, o alguno de la casa.
Capítulo treinta y cinco
De la casa nueva por quien sacava fuego nuevo
Otra abusión. Cuando alguno edificava alguna casa nueva, haviéndola acabado, juntava los parientes y vezinos y delante de ellos sacava fuego nuevo en la misma casa. Y si el fuego salía presto, dezían que la habitación de la casa sería buena y apazible. Y si el fuego tardava en salir, dezían que era señal que la habitación de la casa sería desdichada y penosa.
Capítulo treinta y seis
Del baño o temazcalli
Otra abusión. Dezían que si algún melliço estava cerca del baño cuando le calentavan, aunque estuviesse muy caliente, le haría esfriarse, y mucho más si era alguno de los que se bañasse. Y para remediar esto hazíanle que regasse con agua cuatro vezes con su mano lo interior del baño, y con esto no se esfriava, sino calentava más. Otra abusión tenían cerca de los melliços. Dezían que si entravan donde teñían tochómitl, luego se dañava la color, y lo que se teñía salía manchado, especialmente lo colorado. Y para remediar esto, dávanle a bever un poco de agua con que teñían. Otra abusión tenían cerca de los melliços. Dezían que si entrava un melliço donde se cozían tamales, luego los aoxava, y también a la olla, que no se podían cozer, aunque coziessen un día entero, y salían ametalados, en parte cozidos, en parte crudos. Y para remediar esto hazíanle que él mismo pusiesse el fuego a la olla, echando leña debaxo de ella. Y si por ventura echavan tamales delante de él en la olla para que se coziessen, el mismo melliço havía de echar uno en la misma olla, y si no, no se cozerían.
Capítulo treinta y siete
De cuando los muchachos mudan los dientes
Otra abusión tenían cerca del mudar de, los dientes de los muchachos. Dezían que cuando mudava un diente algún muchacho, su madre o padre echava el diente mudado en el agujero de los ratones, o mandávalo echar. Dezían que si no lo echavan en el agujero de los ratones, no nacería, y que se quedaría desdentado.
Estas abusiones empecen a la fe, y por esso conviene sabellas y predicar contra ellas. Hanse puesto estas pocas, aunque hay muchas más. Los diligentes predicadores y confessores búsquenlas para entenderlas en las confessiones, y para predicar contra ellas, porque son como una sarna que enferma a la fe.